La pandemia de la covid-19 ha causado la muerte de más de 155 mil personas en Brasil. Esto se debe, en gran parte, a la irresponsabilidad del gobierno, que aboga constantemente por el abierto desprecio de las normas de la OMS, por la vuelta a una “normalidad” imposible y por la defensa de tratamientos como la cloroquina, cuya eficacia no ha sido probada científicamente.
Además, el gobierno de Bolsonaro se ha visto sacudido por casos de corrupción que afectan a su familia (desde sus hijos hasta la primera dama), por denuncias de malversación de fondos públicos para financiar sitios de noticias falsas y con contenidos ilegales (como los juegos de azar), cuya investigación está siendo llevada a cabo por la Oficina del Fiscal Federal (MPF), y por otra investigación, a cargo de la Suprema Corte, de una red de blogueros y simpatizantes que, junto con uno de sus hijos, es responsable de la promoción de noticias falsas a gran escala.
Sin embargo, para sorpresa de muchos, su popularidad sigue creciendo, como muestran recientes encuestas de opinión. ¿Por qué? Entre otras razones, porque Bolsonaro navega sobre la ola de la ayuda de emergencia para los más pobres que fue aprobada por el Congreso (a pesar de su oposición a la medida y de que su ministro de economía advierte constantemente de la imposibilidad de mantenerla por más tiempo) y cuenta con el apoyo de una población conservadora influenciada (o más bien bombardeada) por las noticias falsas en los medios sociales. El conservadurismo de la población brasileña es algo que escapa constantemente a los análisis de los principales intelectuales de izquierda.
Articulo completo en el sítio de Letras Libres. Data de publicación: 21/10/2020.
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